Ni cagar a gusto se puede.
















Vivimos en una sociedad represiva, llena de doctrinas y convencionalismos de todo tipo y de todos los colores. 
Nos pasamos el día estresados, a veces abstraídos y muchas veces cabreados o tristes. 
Nos culpamos por casi todo y culpamos a los demás del resto.
En resumen, estamos insatisfechos y queremos una vida mejor. Vamos a talleres, formaciones, asociaciones, charlas...buscando la respuesta y tratando de cambiar, de ser más felices. 
Reclamamos a políticos y personas poderosas derechos perdidos y avances soñados. 
Y nos olvidamos de lo fundamental, nos olvidamos de que estamos en una sociedad, en la que ni cagar a gusto se puede.
Entonces me pregunto, ¿qué puedo esperar de una sociedad que imposibilita lo más básico?
Si ponemos por delante el quedar bien, el ser socialmente aceptados, el ser eficaz, cumplir con tus obligaciones lo primero y un largo etcétera; y nos olvidamos de cuidar nuestro cuerpo y de respetar sus necesidades básicas, creo que seguiremos estando en una sociedad represora, que nos priva de libertad. 
Por lo tanto, reclamo mi derecho a tener tiempo y permiso personal para cuidarme, para respetar mis ciclos y cagar cuando me venga en gana.







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